viernes, 27 de mayo de 2011

Señal de la cruz y Saludo del presidente

Hacer la señal de la cruz es recordar el bautismo, realizarlo al comienzo de la eucaristía nos recuerda lo mucho que tiene que ver la eucaristía con la cruz de Cristo.
En cuanto al saludo del presidente en el Misal (IGMR 28) se dice: “El sacerdote, por medio del saludo, manifiesta a la asamblea reunida la presencia del Señor. Con este saludo y con la respuesta que da el pueblo queda de manifiesto el misterio de la Iglesia congregada”.
Cuando el sacerdote mira a la asamblea, está reconociendo en ella la presencia del Resucitado y cuando la asamblea ve delante de ella al que preside, en nombre y representación sacramental de Cristo, reconocoe en él, igualmente, la presencia del Señor. Conscientes de esta presencia, actuamos con la certeza de que no somos nosotros solos los que celebramos sino que es Cristo y su Espíritu los protagonistas, dándonos su presencia y su fuerza para que la eucaristía sea eficaz.
La formula que nos indica el Misal es: “El señor esté con vosotros” . A esto la asamblea, los fieles, responde al que preside: “Y con tu espíritu”.


Bibliografia:
  • Conocer y celebrar la liturgia.
  • IGMR (Instrucción General del Misal Romano)
  • Elementos generales de la liturgia

VI Domingo de Pascua

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 14, 15-21


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.
Palabra del Señor

lunes, 23 de mayo de 2011

El beso al altar

Una vez realizada la procesión de entrada ha llegado al altar, el primer gesto que hace el que preside es besar el altar, que es la mesa donde se celebra el memorial del Señor. El altar simboliza a Cristo Jesús. El altar es Cristo.
Los Santos Padres no dudaron en afirmar que Cristo fue, al mismo tiempo, la victima, el sacerdote y el altar de su propio sacrificio al Padre. De ahí que en todas nuestras iglesias “Cristo es altar” en torno al cual se reúne el pueblo cristiano. Nada tiene que ver con el beso de Judas al traicionar a Jesús en el Huerto de los Olivos. Se venera el altar con el beso y con el incienso.
Al besarlo en ese momento, el sacerdote está reconociendo a Cristo Jesús como el protagonista de la celebración y expresándole su respeto.
El beso al altar aparte del que preside lo lleva a cabo también el diácono y los concelebrantes si los hubieran.  
Bibliografía
http://www.sedipafmorelia.org.
Conocer  y celebrar la eucaritia. 
INSTRUCCIÓN GENERAL DEL MISAL ROMANO (IGMR)

sábado, 21 de mayo de 2011

V Domingo de Pascua

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 14, 1-12
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no, os lo habría dicho, y me voy a prepararos sitio. Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.
Tomás le dice:
Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?
Jesús le responde:
Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.
Felipe le dice:
Señor, muéstranos al Padre y nos basta.
Jesús le replica:
 Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre.
Palabra de Señor

jueves, 19 de mayo de 2011

Entrada procesional

Es la que se realiza entrando desde el fondo del templo hasta el altar, el que celebra como presidente, precedido de los que celebran como ministros. Va acompañada del canto de entrada así como de incensario, cruz, cirio y evangeliario, llevado si no hay diácono por un lector.
El orden de la procesión según el misal sería:
Un ministro con incensario.
Los ministros con los ciriales y en medio otro con la cruz.
Los acólitos y otros ministros.
El lector que puede llevar el libro de los Evangelios.
El sacerdote que va a oficiar.
Esta procesión debe verse como un símbolo de la asamblea que camina hacia el Señor así como la condición peregrinante del pueblo de Dios.
Esta entrada procesional no es de obligado cumplimiento en la eucaristía dominical pero ciertamente tampoco es recomendable dejarla en el olvido.

sábado, 14 de mayo de 2011

IV Domingo de Pascua

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 10, 1-10
En aquel tiempo, dijo Jesús:
Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y, salir, Y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.
Palabra del Señor.

Tiempo de primeras comuniones


Ya tenemos encima el tiempo de las “primeras comuniones” y ahí es nada. Desafortunadamente comienza un tiempo en el que la sinrazón, la incoherencia y el despilfarro alcanzan uno de sus mejores momentos de esplendor.
La principal incoherencia la encontramos en la existencia de muchas familias sin contacto alguno con la Iglesia pero que no dejan pasar este momento de “esplendor social” donde mostrar su estatus lejos de cualquier atisvo de religiosidad.
No se llega a comprender como se convierte la gracia del sacramento de la eucaristia en un mero acto social en donde ni la familia, ni por supuesto el niño que la recibe saben lo que están haciendo. Incluyo al niño tambien en todo esto porque a pesar del gran esfuerzo por parte de los catequistas que desinteresadamente ceden parte de su tiempo para hacerles entender, comprender, sentir… a Jesús, éstos no reciben ningun aliento por parte de sus padres quienes como es normal no saben lo que está haciendo su hijo en la catequesis, o bien no conoce, lamentablemente, a Jesús y evidentemente no pueden transmitir nada a su hijo. Lamentablemente la ilusión del niño pasa por el maravilloso regalo, el fabuloso viaje al parque de atracciones de turno… todo superficialidad.
Así pues no caigamos en estas vanalidades. Es un momento muy importante para un católico el recibir por primera vez a Jesús Sacramentado. No lo convirtamos en un acto social, aprovechemos estos momentos para evangelizar entre nuestros amigos y familiares. Hagámosle ver la importancia de este momento y para las familias a quienes conozcamos y que comiencen ahora su catequesis para los próximos años, ayudémosle, expliquémosle el valor del sacramento de la eucaristía.

sábado, 7 de mayo de 2011

III Domingo de Pascua

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 24, 13-35
Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo:
¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?
Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:
¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?
El les preguntó:
¿Qué?
Ellos le contestaron:
Lo de Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.
Entonces Jesús les dijo:
¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo:
Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció. Ellos comentaron:
¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor.