miércoles, 14 de septiembre de 2011

El Dolor

En estas semanas me he parado en una pregunta, de las llamadas existenciales por muchos, y que no es otra que la del dolor; ¿porqué el dolor?, ¿tiene sentido el dolor?, ¿porqué Dios permite el dolor?... como estas hay infinidades de preguntas sobre el dolor y todos con un sinfín de respuestas desde las mas sencillas hasta las más doctas.

Pues francamente dentro de mi ignorancia yo no tengo respuesta alguna para la pregunta del dolor, lo único que sí sé es que sin ÉL y sin la oración no hay manera de llevar esa cruz que nos toca de cargar en determinados momentos de nuestras vidas.
Para mí esta situación de careo con el dolor/sufrimiento es como la de devolverle mi agradecimiento por todo lo que sufrió y padeció por salvarme. Es el momento de decirle ahí tienes
mi dolor, que no es comparable al que TU sufristes por mi salvación y te lo entrego a TÍ y así como TU se lo entregastes el Padre por nuestra salvación, por el perdón de nuestros pecados, así también yo te lo entrego a TÍ por todos aquellos que no te conocen.

Hay una antífona en la hora de Nona de la Liturgia de la horas, y de la que a un buen amigo mío le gusta mucho de recordarnosla que dice: “Dichoso el hombre a quien corrige Dios, porque el hiere y venda la herida”.

Esta claro que la única manera de asimilar y comprender el sentido del dolor/sufrimiento no es otro que desde el AMOR. Cada uno, en nuestro sufrimiento nos unimos al sufrimiento de Cristo y así este sufrimiento lo trasnformamos en fuente de vida. El dolor y el sufrimiento son la puerta para encontrarnos con Cristo.

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