miércoles, 2 de marzo de 2011

Miércoles de Ceniza

El próximo miércoles 9 comienza la cuaresma. Echando la vista atrás recuerdo en mi infancia y mi juvetud los miércoles de ceniza. Era lo mas normal ver durante todo ese dia a muchas personas con la frente “manchada de negro” en lo que poco a poco fuí comprendiendo el significado de ello. Eran tiempos en los que la gente no se ruborizaba por manifestar sus ideales, sus creencias... sin ser tachados por algun adjetivo “descalificativo”. Aunque tengo amigos que siempre me dicen que no importa la cantidad sino la calidad, si es cierto que como cristiano no me preocupo por la cantidad por el mero echo de la mesura sino porque me apena la cantidad de personas que no conocen o no quieren conocer a Jesús.
Así pues es momento de aprovechar este tiempo de cuaresma para ponernos a bien con nuestro Señor, es tiempo de dar a conocer a los demas la existencia de “Alguien” que esta deseando de que se acerquen a ÉL, de hacer ver a quien no lo conoce que dió su vida por salvarle a él concretamente y a todos nosotros en general.
Es por ello que en esta cuaresma, cuando nos impongan la ceniza en nuestra cabeza, que tenemos que acordarnos que con esa imposición estamos aceptando que estamos aquí de paso, que polvo somos y que en polvo nos convertiremos. Que nos tenemos que arrepentir al igual que en sus orígenes lo hacían nuestros antepasados, los judíos, cuando acostumbraban a cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios.
En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un “hábito penitencial”. Esto representaba su voluntad de convertirse.
Así pues tenemos que evitar quedarnos en los banal, quedarnos en el carnaval. La palabra carnaval significa adiós a la carne y su origen se remonta a los tiempos antiguos en los que por falta de métodos de refrigeración adecuados, los cristianos tenían la necesidad de acabar, antes de que empezara la Cuaresma, con todos los productos que no se podían consumir durante ese período. Con este pretexto, se organizaban el martes anterior al miércoles de ceniza, fiestas populares llamadas carnavales en los que se consumían todos los productos que se podrían echar a perder durante la cuaresma.
Muy pronto empezó a degenerar el sentido del carnaval, convirtiéndose en un pretexto para organizar grandes comilonas y para realizar también todos los actos de los cuales se “arrepentirían” durante la cuaresma.
Así que vayamos predisponiéndonos para este tiempo fuerte que nos ofrece la Iglesia y hagamos nuestro examen de conciencia, hagamos oración que nos ayudadá a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior. Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida. Sólo en la oración encontraremos el amor de Dios. La ceniza no nos quita nuestros pecados, para ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación. Es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión. Debe ser un tiempo de reflexión de nuestra vida, de entender a donde vamos, de analizar como es nuestro comportamiento con nuestra familia y en general con todos los seres que nos rodean.

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